Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
EN EL ESPAÑOL DE MÉXICO no solemos incurrir en las confusiones que, en relación con el uso de pronombres personales átonos de tercera persona, son comunes entre hablantes de algunas zonas geográficas de España. Ni somos loístas, esto es que usemos lo por le (escríbelo por escríbele), ni laístas, pues no decimos la donde debe decirse le (escríbela por escríbele), ni, finalmente, leístas, dado que no hacemos uso de le por lo y la (quiérele por quiérela). Conservamos así de manera precisa el conveniente valor funcional de cada forma pronominal: lo, para el objeto directo masculino; la, como objeto directo femenino; le, para objeto indirecto de ambos géneros y, en ocasiones, para objeto directo masculino de personas ("no le conozco"); en plural, los para el objeto directo masculino; las, para el objeto directo femenino, y les, para el indirecto de los dos géneros.
        Sin embargo existe en el español mexicano, en todos los registros de habla y en todos los niveles socioculturales, un error con frecuencia señalado por los gramáticos. Técnicamente expresado, consiste en lo siguiente: se pluraliza equivocadamente un pronombre de tercera persona, objeto directo singular, cuando sigue a un pronombre invariable se con función de objeto indirecto plural. Véanse algunos ejemplos, y después se buscará la causa del fenómeno. La expresión "se los dije (a ellos) muchas veces" es común en México, cuando lo correcto sería "se lo dije (a ellos) muchas veces". Nótese que 'lo dicho' es en este caso un pronombre neutro singular lo, y que el objeto indirecto ('a ellos') está expresado por medio del pronombre invariable se. Creo que precisamente porque el se no tiene marca de número y porque no se le identifica como objeto indirecto plural, se tiende a señalar el plural del objeto indirecto en el pronombre de objeto directo, que es singular (los por lo). Así, la idea 'di el libro a ellos' queda convertida en la oración 'se los di", en lugar de "se ('a ellos') lo ('el libro') di".
        Quizá el fenómeno tenga su explicación en la dificultad que en español tiene la explicación del origen de la palabra se, sobre todo en este caso en que, por azares de la evolución histórica, el dativo latino illi, que debía producir el español le, se modifica primero a ge y luego a se cuando le sigue un pronombre la, lo, las, los. Menéndez Pidal proporciona la siguiente explicación: "cuando el dativo va unido al acusativo del mismo pronombre (dedit illi illum), el castellano antiguo usa la forma gelo [...]. Este gelo se propagó por analogía al plural y en vez de dedit illis illum: dio-les-lo, se dijo, como en singular, dio-gelo. El castellano gelo (singular y plural) en el siglo XIV empieza a dejar su puesto a la forma moderna se lo, generalizada gracias a la influencia analógica ejercida por expresiones reflexivas como echóselo, atóselo". Este confuso origen de se lo ayuda a explicar las razones por las cuales el hablante no identifica ese se con a ellos y por ello quiere señalar el plural en algún otro lugar, como es el caso del pronombre personal lo, los, la, las: se *los dije por se lo dije o se *las di por se la di.
        Ya expliqué el error que se comete cuando indebidamente se pluraliza el pronombre lo en el sintagma se lo, en casos en que el pronombre complemento indirecto se, invariable, vale por el plural les. Parece ser que el hablante, por una parte, ante la necesidad de señalar que el complemento indirecto es plural y, por otra, ante la imposibilidad de pluralizar el se, traslada ese rasgo de pluralidad al pronombre complemento directo, que morfológicamente sí lo acepta, diciendo los en lugar de lo, a pesar de que éste tiene referente singular.
        Si vuelvo a ocuparme de esta minucia es porque ahora se cuenta con voluminosos bancos de datos que permiten hacer algunas precisiones que, cuando escribí aquella nota, resultaban prácticamente imposibles. Aunque se trata ciertamente de resultados provisionales, parece ser, por una parte, que la equívoca pluralización de se los por se lo no se produce en el español europeo. En España no se dice ni mucho menos se escribe se los dije (a ellos) sino se lo dije (a ellos).Incluso en la lengua hablada puede oírse, por ejemplo, lo siguiente: “Ya se lo dije a ustedes, la luz de este plató ha subido bruscamente de intensidad” (durante un programa en vivo de televisión en Madrid, 1996). Por el contrario, en América, pero sobre todo en México, lo común es la pluralización. En el Corpus de referencia del español actual (CREA), que contiene textos que van de 1970 a 2004, aparece 20 veces la expresión se los dije (con los en lugar de lo). Todos los registros corresponden al español americano: 13 son de México, 2 de Chile, 2 de Venezuela y uno de cada uno de los siguientes países: Costa Rica, Cuba y Nicaragua. Podría pensarse que esta pluralización anómala sólo sucede con el verbo decir. Pasa lo mismo con cualquier otro: “Esto lo saben los internos, se los comunica la autoridad”, “Nadie me dijo el porqué, ni yo se los pregunté” (revista Proceso, 15/09/1996).
        Esta inconcordancia, dirán otros, se halla sólo en la prensa o en la lengua hablada. No. También en la literatura, incluso en los llamados buenos escritores. El siguiente pasaje, sea por caso, corresponde a un parlamento de una obra de teatro (Ceremonias del alba) de Carlos Fuentes: “¿Ya ven? ¿No se los dije? ¡Son dioses, ven a través del engaño!” Está en boca de personajes, alegará alguien. También aparece en el texto del narrador de una novela: “Natael y Emilia dijeron adiós sin lágrimas, así se los pidió en secreto la tía con el pretexto de no mortificar a Agustín” (Ricardo Elizondo, Setenta veces siete, 1994). Los ejemplos podrían multiplicarse indefinidamente. Abundan asimismo los casos mexicanos de pluralización del pronombre femenino (se las por se la): “Estas parejas de edad madura que se engalanan para ir al teatro han venido a ver El beso de la mujer araña, porque sus amigos que vieron esta comedia musical en Broadway se las han recomendado” (Proceso, 24/11/1996); “llévensela a mi cuarto; si no me gusta lo que dice éste, primero me la cojo y después se las regalo, muchachos” (Felipe Victoria, La casta divina. Historia de una narcodedocracia, 1995).
        Los primeros casos mexicanos que he encontrado de pluralización indebida del pronombre están en la novela de Joaquín Fernández de Lizardi que se titula La Quijotita y su prima (1818). El referente del pronombre es neutro:

"Si tuviera usted un hijo pequeñito, ¿se pondría de propósito a espantarlo sabiendo que le había de resultar de esto un gran mal? —Seguramente no. —Menos permitiría usted que los criados de su casa lo espantaran. —Ya se ve que no, ¿cómo se los había de permitir?" [El antecedente de los, que debería ser lo, es que los criados de su casa lo espantaran.]

"Y que siendo bastantes nuestras persuasiones para que fueran a acostarse, no se conseguía hasta que el coronel se los mandaba, y entonces apenas salían a la pieza inmediata, y se recostaban a dormitar en un colchón que tenían allí." [El referente del pronombre los, indebidamente pluralizado, es que fueran a acostarse.]

        En esa misma obra hay un curioso caso de se los por se lo en el marco de la expresión fija allá se lo haya, en la que el referente del pronombre es también de género neutro:

"Si no hemos nacido para reformar el mundo, ni tenemos que dar a Dios cuentas por otro, ¿para qué es cansarnos en persuadir que obren bien o mal? Allá se los haya."

        Los textos anteriores, que contienen pluralizaciones anómalas de lo, corresponden a principios del siglo XIX. Es probable, sin embargo, que el fenómeno sea más antiguo, sobre todo en la lengua hablada; sin embargo no registré ejemplos en el Corpus diacrónico del español (CORDE). Tampoco encontré, en textos mexicanos de ese corpus correspondientes a esa centuria, casos de empleo correcto de se (con referente plural) más lo (singular). Sí los hay, aunque muy pocos, en documentos novohispanos de los siglos XVI al XVIII:

"El marqués les certificó que sabie que aunque le llevaban de comer eran ellos los que con nosotros peleaban, e que todo se lo perdonaba"  (Relación hecha por el señor Andrés de Tapia, sobre la conquista de México, 1525).

"Muchos ministros no lo quieren creer, y quando se lo dicen, lo tienen a cosa de poco fundamento, y demasiada ignorancia de indios" (Fray Jacinto de la Serna, Tratado de las supersticiones, idolatrías, hechicerías..., 1656)."

"Todos los mexicanos traían el cabello largo y tenían por grave ignominia el que se lo cortasen" (Francisco Javier Clavijero, Historia antigua de México, 1780). 

En resumen: por lo menos a partir del siglo XIX, en México tiende a pluralizarse indebidamente el pronombre lo (con antecedente singular) del sintagma se lo cuando el referente o antecedente del pronombre se es plural (se los dije a ellos por se lo dije a ellos). A pesar de que este fenómeno está muy extendido y se halla incluso en buenos escritores, ¿convendría evitarlo? Creo que sí. No sería señal de un purismo innecesario sino mejor de un intento por evadir un anacoluto evidente.

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