Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
LOS ESTUDIOSOS DE LAS TEORÍAS de los sustratos lingüísticos recomiendan que antes de atribuir cierto fenómeno a una lengua de sustrato se demuestre que no puede ser explicado por el propio sistema. Con alguna frecuencia, en el español mexicano suelen atribuirse al náhuatl palabras y construcciones plenamente hispánicas. Baste un solo ejemplo: Pablo González Casanova interpretaba como calco semántico del náhuatl la expresión ¡aguas! (para avisar), pues opinaba que era una imitación de la construcción mexicana xi-nech-maua, del mismo significado ('echar aguas', como fórmula para avisar). Sin embargo la expresión castellana, que servía en España para prevenir a los transeúntes de que se iba a echar agua a la calle (véase el DRAE), está registrada en los lexicones desde principios del siglo XVII y no tiene por ende nada que ver con el náhuatl, a no ser la simple y fortuita coincidencia semántica.
        Más curiosas aún resultan otras posibles coincidencias del náhuatl, ya no con el español, sino con el italiano. Luis Cabrera, en su conocido Diccionario de aztequismos, anota pichicatear (con el sentido de 'cicatear, regatear') y pichicatería ('ruindad, tacañería') como derivaciones castellanas de la voz de origen náhuatl pichicate. Pichicate, por su parte, es para él una variante de pachacate (del náhuatl patzáctic, 'cereal helado', o de patzáhuac, 'trigo o maíz añublado'). Finalmente la voz pichicato(a) está ahí vista como una variante de pichicate. Para Cabrera, por tanto, los mexicanismos pichicato, pichicatería y pichicatear tienen su origen en el náhuatl, concretamente en el vocablo pachacate ('fruto vano o que no ha podido llegar a su madurez'), aunque no resulten muy evidentes los rasgos semánticos que puedan relacionar pachacate y pichicato.
        Por otra parte, cualquier diccionario italiano nos enseña que pizzicato es un participio pasivo (del verbo pizzicare) que significa 'pellizcado, picado, picoteado', además de ser también un tecnicismo musical ('punteado'). A juicio de la mayoría de los lexicólogos interesados en el español mexicano (Ramos y Duarte, Santamaría, entre otros), la voz pichicato (y sus derivados pichicatear, pichicatería) procede del italiano pizzicato y no del náhuatl. Esta interpretación, que puede parecer a algunos fantasiosa (¿qué tiene que ver el italiano con el español mexicano?), tiene empero en su favor la indudable semejanza fonológica de las dos voces (pizzicato y pichicato) y un relativo parecido semántico (la idea de poquedad o cortedad está tanto en uno cuanto en otro vocablo).

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