Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
En el inglés contemporáneo se llama bus a un transporte automotor de gran tamaño que transporta a un buen número de personas, ya sea de una ciudad a otra, ya sea a diversas partes de una misma ciudad. Bus es la última sílaba de la palabra latina ómnibus, dativo plural de omnes ('todos'), que podría traducirse como 'para todos'. A mediados del siglo XIX, en parte de Europa y en Estados Unidos se llamaba omnibus a una especie de diligencia de gran tamaño que, a un precio módico, transportaba personas de una parte a otra de algunas ciudades. Se dice que, muchos años antes, en pleno siglo XVII, en Francia, nada menos que Blas Pascal, el gran sabio, inventó el primer transporte colectivo. Para operarlo obtuvo del rey Luis XIV las cartas patentes necesarias. Instaló cinco líneas que partían del palacio de Luxemburgo, con horarios fijos. Una daba la vuelta a París pasando por Luxemburgo, la puerta de San Antonio, San Roque, Montmartre y la Bastilla. El negocio comenzó el 18 de marzo de 1662. Duró muy pocos años. La idea no habría de retomarse hasta el siglo XIX.

     Cuentan las viejas crónicas que, hacia 1826, en Nantes (Francia), el general retirado Stanislas Baudry puso en práctica un curioso sistema para llevar nuevos clientes a su negocio que tenía en las afueras de la ciudad. Introdujo un tipo de carruaje que los conducía desde un punto del centro de la ciudad. A este servicio de transportación se le llamó omnibus porque la terminal, en la ciudad, se hallaba junto a una sombrerería cuyo propietario, de nombre Omnès, había inventado y había fijado en su negocio una frase publicitaria: "Omnès ómnibus", en la que hacía un juego de palabras con su apellido y con el dativo latino ómnibus, textito que podría traducirse como "[sombreros] Omnès para todos". A los carruajes que desde ahí partían acabaron llamándolos ómnibus. Cuando este tipo de transportación se extendió a otras ciudades de Europa y de Estados Unidos, se generalizó, en diversas lenguas, la designación omnibus. En el siglo XX, cuando la modernidad convierte los carruajes en vehículos automotores, el antiguo omnibus, en inglés, comenzó a llamarse autobus, vocablo que conserva sólo la última sílaba de omnibus, añadida al seudoprefijo auto-, que más adelante se perderá también, para quedar reducido al monosílabo actual: bus. Hoy, en inglés, las voces omnibus y autobus son simples arcaísmos.

     ¿Qué sucedió en español? Durante el siglo XIX, en España, esa clase de carruajes se denominaron ómnibus, igual que en francés y en inglés, como puede verse en el siguiente pasaje de un texto periodístico de Bécquer, correspondiente al año 1870:

¿Pero cómo abarcar aquel conjunto abigarrado y ruidoso, donde entre la nube de polvo y del humo de las buñolerías ambulantes, van y vienen, pasan y tornan, se empujan, se codean, se revuelven y se confunden éstos a pie, aquéllos en desvencijados alquilones, los otros en jamelgos imposibles o en ómnibus de todas formas, colores y tamaños, una multitud compuesta de cientos de miles de personas, para quienes la romería del Santo Labrador constituye la más grande y hermosa fiesta del año?

Años antes, en 1842, Modesto Lafuente, en un curioso libro titulado Viajes de Fray Gerundio por Francia, Bélgica, Holanda y orillas del Rhin, dedica varios párrafos a describir sus impresiones sobre el funcionamiento de los ómnibus y su carácter en algún sentido democrático y proletario en esas tierras. Transcribo unos pocos renglones:

Los ómnibus son un centro fecundo e inagotable de aventuras y de escenas cómicas, por lo mismo que su baratura los pone al alcance y fácil adquisición de todas las clases del pueblo indistintamente. Allí no hay más ley, ni más categoría, ni más derecho de preferencia que los cinco sous. Bajo un código de legislación tan sencillo sucede comúnmente que cada ómnibus es una congregación moviliaria [sic] y accidental de las piezas más heterogéneas que en la sociedad se conocen.


     También aparece la voz en algunos textos americanos del siglo XIX. Sigue siendo voz usual, en España, en las primeras décadas del XX. A partir de 1920 comienza a emplearse el término autobús, para aludir a los modernos ómnibus que son ya vehículos automóviles. Hacia mediados de esa centuria eran sólo esporádicas las apariciones del vocablo ómnibus. En el español actual la designación autobús se extiende por todas partes del mundo hispanohablante. Sin embargo es necesario señalar que en algunos lugares compite, a veces en desventaja, con otros vocablos. Resumo, a grandes rasgos y con riesgo de algunos errores o imprecisiones, la situación actual.

     En España hay un claro predominio de autobús; también se emplea bus y, muy poco, ómnibus. En Canarias es frecuente guagua. En México alternan autobús y camión, quizá con predominio del segundo. La explicación del empleo de camión por autobús, exclusivo de México, difícil sin duda, merecería nota aparte. En el área centroamericana parece predominar bus, aunque también se usa autobús. En Puerto Rico y República Dominicana se emplea guagua. En Cuba alternan guagua y ómnibus. En Venezuela autobús supera ampliamente a bus. En Colombia, Ecuador, Chile y Bolivia se prefiere bus. En Argentina, Uruguay y Paraguay ómnibus supera a las otras denominaciones.

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