Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
TODOS LOS DICCIONARIOS EXPLICAN que no significan lo mismo oír y escuchar. Ya en el de autoridades (1732) se dice de escuchar: “oír con atención y cuidado lo que se dice y habla”. Oír, en ese mismo lexicón, queda definido con las siguientes palabras: “Percibir por el órgano del oído cualquier sonido”. En la más reciente entrega del DRAE (2001), en el artículo escuchar se lee: “Prestar atención a lo que se oye”. Por lo contrario, en la entrada oír se explica: “Percibir con el oído los sonidos”. Ambos proceden del latín: oír < audire; escuchar < ascultare (latín vulgar) < auscultare. En el español se conserva, como voz técnica de la medicina, el cultismo auscultar, con el significado de “aplicar el oído a la pared torácica o abdominal, con instrumentos adecuados o sin ellos, a fin de explorar los sonidos o ruidos normales o patológicos producidos en los órganos que las cavidades del pecho o vientre contienen”. Como se ve, la diferencia entre oír y escuchar estriba en que este último supone voluntad e intencionalidad por parte del sujeto, lo que no necesariamente sucede con oír. El que escucha quiere hacerlo, tiene la intención de oír con atención, mientras que quien oye simplemente percibe los sonidos, muchas veces sin cobrar conciencia de ello. Quien va caminando por la calle va oyendo, quiera o no, multitud de ruidos; raro será por el contrario que alguien decida escuchar con toda atención y cuidado la bulla callejera. Yo puedo oír o escuchar música, que no es lo mismo. En los almacenes, en los ascensores ciertamente se oye la llamada música ambiental o de fondo, pero convengamos en que casi nadie la escucha. En una sala de concierto sucede lo contrario: la gente paga dinero para escuchar música y no simplemente para oírla.
        El empleo de escuchar por oír y, sobre todo, de oír por escuchar se viene dando desde hace siglos. En el Diccionario panhispánico de dudas se proporcionan ejemplos de esta confusión. En el siguiente, óyeme vale por escúchame: “Óyeme agora, por Dios te lo ruego” (Encina, Égloga [Esp., 1497]). En el pasaje que sigue el autor emplea se escuchaba por se oía: “Su terrible y espantoso estruendo cerca y lejos se escuchaba” (Cervantes, Persiles [Esp., 1616]). El significado de oír es más abarcador, más general que el de escuchar, pues todo el que escucha oye; pero no siempre se puede afirmar que todo aquel que oye está escuchando. Por tanto es común y no censurable el empleo de oír por escuchar; más raro resulta el uso de escuchar por oír. En todo tipo de registro, formal o informal, literario o coloquial, de cualquier dialecto del español pueden hallarse casos de oír por escuchar.
        Parece sin embargo que el fenómeno es más frecuente en el español de México que en el de otros lugares. A manera de simple cala, si en el Corpus de referencia del español actual (CREA), que contiene textos posteriores a 1970, se investiga la frecuencia tanto de la expresión óyeme cuanto de escúchame, se obtienen los siguientes resultados (en porcentajes) para España y para México: 1) España, 18 (óyeme) / 82 (escúchame); 2) México, 73 / 27. En el español contemporáneo, por tanto, se prefiere escúchame en España y óyeme en México. Si por el contrario se examinan textos anteriores a 1970, en el Corpus diacrónico del español (Corde), los números cambian sensiblemente: 1) España, 57 (óyeme) / 43 (escúchame); México, 60 / 40. En el español de otras épocas, tanto en España cuanto en México, alternaban, en porcentajes semejantes, las expresiones óyeme y escúchame; en el español actual, hay en el español europeo una clara preferencia por escúchame y en el mexicano, por óyeme. Evidentemente, como dije, se trata de una sencilla cala con una sola construcción (óyeme / escúchame). Creo sin embargo que bien puede proyectarse esta preferencia para otras formas de los verbos oír y escuchar.
        Ahora bien, la sustitución de oír por escuchar es menos frecuente y, por ello, quizá percibida como menos aceptable que la de escuchar por oír. Otro sencillo ejercicio puede ayudar a comprobarlo. El ruido, normalmente se oye, no se escucha; no suele prestársele particular atención, no suele escucharse sino simplemente oírse. En efecto, si se investiga, tanto en el Corde cuanto en el CREA, la frecuencia de los siguientes enunciados: 1) se escuchaba el ruido; 2) se oía el ruido, se obtienen los siguientes porcentajes, para España y para México:
        España (Corde)
        Se escuchaba el ruido: 5%
        Se oía el ruido: 95%
        
        España (CREA)
        Se escuchaba el ruido: 30%
        Se oía el ruido: 70%
        
        México (Corde)
        Se escuchaba el ruido: 25%
        Se oía el ruido: 75%
        
        México (CREA)
        Se escuchaba el ruido:
        Se oía el ruido: 100%
        
        Finalmente, ¿es incorrecto decir Se escuchaba el ruido u Oía con atención el concierto? Yo creo que no. Sin embargo no cabe duda de que el enunciado Se oía el ruido es más preciso que Se escuchaba el ruido y de que Escuchaba con atención el concierto es asimismo más propio que Oía con atención el concierto. Por tanto, si deseamos no sólo no hablar incorrectamente sino además hacerlo con claridad, con precisión, vale la pena que empleemos oír para ‘percibir con el oído’ y escuchar para ‘prestar atención a lo que se oye’.

Comparte este artículo

La publicación de este sitio electrónico es posible gracias al apoyo de:

Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.

(+52)55 5208 2526
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

® 2024 Academia Mexicana de la Lengua