Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
ASUNTO POR DEMÁS CONTROVERTIDO ha sido siempre la pronunciación en español de nombres propios extranjeros, ya sea que se trate de personas o de designaciones geográficas. Suele manejarse la regla, casi nunca explícita en las gramáticas, de que conviene pronunciar esos sustantivos "tal como están escritos en la lengua original", quizá porque se cree que así está uno expuesto a cometer menos errores (y menos ridículos). Tengo la impresión de que no siempre se aplica este principio. Haciendo a un lado los casos obvios de nombres propios extranjeros totalmente castellanizados, como Londres, Turín, Hamburgo (nadie dice London, Torino, Hamburg) me parece que en general se tiende a pronunciar este tipo de palabras en la forma más semejante posible a como se hace en el idioma original, sobre todo si se trata de nombres no precisamente raros. En efecto, no hay quien, en serio, pronuncie Shakespeare tal como está escrito. Cuando en una conferencia alguien se ve precisado a decir un nombre extranjero que desconoce procura siempre informarse sobre su correcta pronunciación en la lengua original. Me parece que ésa es la norma. Se da a veces el caso de que el ponente no pudo conseguir esa información, y entonces aclara que está pronunciándolo tal como está escrito, a manera de disculpa.
        En todo esto hay sin embargo no pocas complicaciones. Evidentemente un alemán no pronuncia Beethoven como lo hacemos los hispanohablantes (con una e breve, h enteramente muda y v bilabial); sin embargo, ninguno de nosotros deja de articular como velar sorda (y no palatal) la ch de Bach. Con frecuencia la pronunciación de tales nombres no es exactamente igual a la original, pero casi siempre tratamos de que se asemejen en lo esencial a la articulación de origen.
        Pero hay múltiples excepciones. Baste un ejemplo. Cuando se pronuncia la adaptación que se ha hecho del nombre de la ciudad alemana München, que en español como en otros idiomas es Munich, suele hacerse a la manera como la pronuncian los anglohablantes, es decir miunich (a veces también miunij), cuando lo más lógico sería pronunciarlo tal como está escrito, esto es munich, pues se trata ya de una evidente alteración del original alemán (München). La diptongación de la u en iu en la pronunciación española no tiene razón de ser, pues no corresponde ni al origen alemán (la ü de München no se pronuncia precisamente iu) ni al español. Como se ve, podemos encontrar anglicismos aun en la manera de pronunciar algunos nombres extranjeros no ingleses.
        Quizá, en resumen, podría proponerse como regla práctica que cuando ya ha sido aceptada por la mayoría de los hablantes una modificación notable o, a veces, la plena castellanización de un nombre extranjero, éste debe pronunciarse como si estuviera escrito en español; y que cuando, por lo contrario, la voz no haya sido modificada, se procure pronunciarla, cuando ello sea posible, de manera semejante a como se hace en la lengua original.

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