Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
LA PALABRA MUCHO, con el significado de ‘abundantemente o intensamente’, puede funcionar como adverbio (“trabajo mucho y gano poco”, por ejemplo). Cuando, con esta función, precede a un adjetivo o a otro adverbio —excepto mejor, peor, mayor, menor, más, menos, antes o después— toma la forma apocopada muy (como en “trabajo muy intensamente”). También se apocopa ante mayor cuando éste significa ‘de mucha edad’ (“era un hombre muy mayor”). Aunque no muy frecuentes, pueden hallarse casos de muy por mucho ante menor en buenos escritores: “Se había refugiado en Jalapa donde daba un cursillo [...]; un curso muy menor sobre historia de la escenografía” (Sergio Pitol).
        Mediante la anteposición de muy a adjetivos y adverbios se construye el llamado grado superlativo: muy inteligente, muy hábil..., equivalentes a inteligentísimo, habilísimo... No se permite el uso conjunto de ambos procedimientos (*muy inteligentísimo). En las frases mucho más y mucho menos más sustantivo, mucho desempeña una función adjetiva y, por tanto, debe concordar en género y número con el sustantivo: “Se necesitan muchos más recursos para el educación”, por ejemplo. Quizá debido a una contaminación con la anterior construcción, mucho se hace a veces variable en las frases mucho mayor y mucho menor, en que, por tener función adverbial debería ser invariable: “Corrió a mucha mayor velocidad”.
        Nos enseña la gramática que el adverbio mucho se apocopa también ante sí mismo, dando lugar a la frase superlativa muy mucho (‘muchísimo’), que sólo se emplea ante verbos (“me estima muy mucho”), nunca ante adjetivos o adverbios (*“es muy mucho interesante”). Me parece, por una parte, que la frase muy mucho, de escaso empleo actual, puede verse en alguna medida como arcaísmo. Tuvo vitalidad en otras épocas, particularmente durante los siglos XV y XVI (“...dice que por su muy presta desordenada y loca audacia muy mucho más presume que puede” [Fray Vicente de Burgos, 1494)]) y la sigue teniendo en el español de España: En el Corpus de referencia del español actual, que contiene textos de los últimos 30 años, se documentan 80 casos, 74 de los cuales (92.5 %) son españoles, no sólo de la prensa sino también de textos literarios (“Hala, que te den muy mucho por el saco, viejo chocho...” [Juan Marsé, 1993]. Me parece que la frase muy mucho es de muy raro empleo en el español mexicano actual. En algún ejemplo que encontré parece evidente, por parte del escritor, un consciente deseo de imitar humorísticamente cierto estilo cronístico arcaico: “...abatióse sobre nuestras mendas un vendaval de venablos que muy mucho nos ardían en el cuero” [Tomás Mojarro, Yo, el valedor (y el Jerásimo), 1985].
        Varios estudiosos opinan que la construcción invertida mucho muy es, por una parte, anómala y, por otra, que es de uso exclusivo del español mexicano. Recomiendan evitarla y señalan que resulta preferible obtener el efecto de énfasis mediante la duplicación de la forma apocopada (en lugar de “es un hombre mucho muy inteligente”, “es un hombre muy muy inteligente). Por mi parte opino: 1) En efecto, en el español actual, la frase mucho muy parece exclusiva (o casi) del español mexicano. 2) No creo que se logre el mismo efecto estilístico con mucho muy y con muy muy. 3) Se emplea (mucho muy) sobre todo en la prensa y la lengua hablada (“...el señor presidente está mucho muy interesado en que yo le ayude...” [Proceso, 1996]. No encontré ejemplos en buenos escritores mexicanos. 4) La frase mucho muy no fue invento mexicano: se puede hallar en autores españoles de otras épocas (“...entre las muchas cosas que ordenaron [...] los Señores Reyes Don Fernando y Doña Isabel se alaba y encarece mucho muy dignamente el zelo que tuvieron...” [Juan de Solórzano y Pereira, 1648]). 5) En siglos pasados fue muy usual muy mucho y de poco empleo mucho muy. 6) El actual uso de muy mucho (en España) y el de mucho muy (en México) pueden verse, ambos, como arcaísmos.

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