Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
HACE TIEMPO, EN MADRID, oí decir en la televisión al presidente Rodríguez Zapatero que tenía la intención de proponer al Congreso de los Diputados una modificación en la Constitución Española consistente en sustituir la palabra minusválido por discapacitado. Argumentaba diciendo que en su opinión no debería haber en España ciudadanos que valieran menos que los demás. Me parece que en la lengua española actual el adjetivo minusválido no significa precisamente ‘que vale menos’ sino algo así como ‘que puede valerse menos por sí mismo’. En otras palabras, el verbo del que proviene la palabra no es valer, sino valerse. La acepción 18 del verbo valer, en el DRAE, por una parte, lo explica como pronominal (valerse) y, por otra, lo define en los siguientes términos: “Dicho de una persona, tener capacidad para cuidarse por sí misma: Mi abuelo todavía se vale muy bien”. La tercera acepción de válido (adjetivo) es la siguiente: “Dicho de una persona anciana, que puede valerse por sí misma: Residencia para válidos”. El antónimo es inválido: “Que adolece de un defecto físico o mental, ya sea congénito, ya adquirido, que le impide o dificulta alguna de sus actividades”. También se usa o, al menos, se usó para referirse en particular al militar que “en acto de servicio o a consecuencia de él ha sufrido mutilación o pérdida de alguna facultad importante”.
        Minusválido, entonces, procede del latín minus (‘menos’) y válido (‘que se vale por sí mismo’): que tiene dificultades o limitaciones, físicas o mentales, que en algo le impiden el valerse por sí mismo. El seudoprefijo minus en minusválido supone sólo una disminución de las capacidades para valerse por sí mismo. El prefijo in-, por lo contrario, expresa negación o privación del contenido semántico de la palabra a la que antecede: un inculto es una persona ‘no culta’; estrictamente, un inválido es una persona que no puede valerse por sí misma. Etimológicamente al menos, no es lo mismo inválido que minusválido, aunque el uso puede hacerlos sinónimos. De cualquier manera, la tendencia moderna al eufemismo ha hecho prevaler minusválido sobre inválido. Ésta es una voz muy antigua en español. Por lo contrario la primera, minusválido, comenzó a emplearse apenas hacia 1970. Hoy es mucho más empleado minusválido que inválido.
        Por su parte, la palabra discapacitado, que podría sustituir a minusválido en la Constitución Española, en opinión del DRAE, es un calco semántico del participio inglés disabled. To disable es un verbo transitivo que significa: “To take away the power to use, esp. a part of the body”. Una de las acepciones del adjetivo inglés able es ‘capable’ (‘capaz’). El calco consiste en el empleo del prefijo dis-, de significado aparentemente igual en inglés y en español, antepuesto al participio capacitado, traducción del inglés abled. Por lo que toca al sufijo español dis-, aunque no con frecuencia, tiene el significado de ‘negación, contrariedad’, como en disconformidad (‘no conformidad’). Para expresar negación el español emplea mucho más el prefijo in-.
        El DRAE define al discapacitado como aquel “que tiene impedida o entorpecida alguna de las actividades cotidianas consideradas normales, por alteración de sus funciones intelectuales o físicas”. Ahora bien, abled puede ciertamente traducirse por ‘capacitado’ y disable por ‘discapacitado’. De lo que no estoy tan seguro es de que en español, incapacitado (o discapacitado) signifique lo mismo que inválido o minusválido. El significado de capaz es ‘apto, con talento o cualidades para algo’; capacitar es lo mismo que ‘hacer a alguien apto, habilitarlo para algo’. Incapacitar es ‘privar de la capacidad o aptitud para algo’. No existe en español *discapacitar pero, como expliqué antes, el significado (privativo) de dis-, en este caso, es el mismo de in-. Parece claro que incapacitado no es lo mismo que inválido (o minusválido). Yo puedo ser incapaz de caminar rápido pero esto no me convierte en un inválido o minusválido. ¿Es capaz el prefijo dis- de modificar el sentido del adjetivo capacitado, a grado tal que una cosa es incapacitado y otra discapacitado, a pesar de que dis- e in- tienen el mismo significado? Ése es el problema de la mayoría de los llamados calcos semánticos. En adelante tendremos necesidad de aprender que, en la familia léxica de capaz (capacidad, capacitar, incapaz, incapacitar, incapacitado, incapacidad...) hay un sema o significado que comparten todos los vocablos, excepto en el caso de discapacidad, discapacitado, etc., donde capacidad significa otra cosa.
        Este desarreglo no tiene en sí mismo mayor importancia. Sería bienvenido si con ello logramos crear un mejor eufemismo, aceptando que conviene, para casos como éste, el empleo de eufemismos, cosa de la que puede dudarse. En mi opinión la discriminación está en las conductas de los seres humanos y no precisamente en las palabras que usan. Recuerdo aquel simpático pasaje de la obra En la ardiente oscuridad, de Antonio Buero Vallejo:
        
        Don Pablo: Los matrimonios entre personas que ven y personas que no ven abundan cada día más. Yo mismo...
        El Padre: ¿Usted?
        Don Pablo: Sí. Yo soy invidente de nacimiento y estoy casado con una vidente.
        Ignacio: (Con lento asombro) ¿Una vidente?
        El Padre: ¿Así nos llaman ustedes?
        Don Pablo: Sí, señor.
        El Padre: Perdone, pero... como nosotros llamamos videntes a los que dicen gozar de doble vista...
        Don Pablo: (Algo seco.) Naturalmente. Pero nosotros, forzosamente más modestos, llamamos así a los que tienen, simplemente, vista.

        En fin, aceptemos que los eufemismos son necesarios. ¿Es más eufónico discapacitado que minusválido? ¿Suena mejor discapacitado o minusválido que inválido? Imaginemos, en la administración de un elegante y exclusivo club, el diálogo siguiente:
 
        A: Deseo inscribirme en este club
        B: ¡Usted no puede inscribirse, ni siquiera entrar en este club, porque es un inútil discapacitado!

        No es la palabra discapacitado (aparente eufemismo, como se acaba de explicar) la que discrimina al interlocutor A, sino la conducta, en este caso verbal, del interlocutor B. Si en lugar de discapacitado anotamos inválido, minusválido o cualquier otra, el resultado es el mismo. ¿Vale la pena inventar palabras, frecuentemente defectuosas, para evitar llamar a las cosas por su nombre? ¿Han ganado algo los ciegos por haber pasado a ser invidentes? En alguna parte he leído que a los indios mexicanos conviene llamarlos indígenas, y en otra parte leí después que ya no debemos seguir discriminando a esos mexicanos llamándolos indígenas. Ni indio ni indígena. ¿Cuál palabra sigue? Si se llega a cambiar en la Constitución Española minusválido por discapacitado, más adelante, ¿por cuál se va a sustituir discapacitado?

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