Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
EN LA VIGÉSIMA SEGUNDA edición del DRAE (2001) hay un artículo dedicado a la voz mexiqueño, que cuenta con dos acepciones (‘natural de México’ y ‘perteneciente o relativo a esta ciudad, capital de la República Mexicana’). También el reciente Diccionario panhispánico de dudas (2005), en el artículo mexicano, -na, cree necesario aclarar lo siguiente: “No debe confundirse este gentilicio [mexicano] con mexiquense, que es como se denomina a la persona oriunda del Estado de México, uno de los treinta y uno que conforman los Estados Unidos Mexicanos, ni con mexiqueño, que es el gentilicio de los naturales de la capital del país”.
        Sin duda el gentilicio mexiqueño está bien formado, pues a la raíz mexic- se añade el sufijo –eño que, entre otros derivados, también forma numerosos gentilicios (acapulqueño, toluqueño, caribeño…). El problema que yo veo no está, entonces, en una morfología defectuosa. No me convence empero el vocablo por la sencilla razón de que, en mi opinión, nadie lo usa. Nunca he oído en boca de un mexicano o de un hispanohablante el adjetivo mexiqueño. Tampoco lo he visto escrito, excepción hecha de los diccionarios mencionados. ¿A qué se debe, entonces, su presencia en las dos obras citada? Tengo entendido que hace algunos años la Academia Mexicana de la Lengua, al percatarse de la inexistencia de un gentilicio referido a la ciudad de México, lo propuso a la Real Academia Española y ésta lo incorporó en su diccionario del año 2001. La propuesta, en sí misma, no es mala. Sin embargo, si pasados cinco años, la voz no parece haber tenido éxito, resultaría mejor suprimirla. Vaya un ejemplo en contrario. Hace unos quince años recibimos en la Academia Mexicana una consulta procedente, si no recuerdo mal, de la Cámara de Diputados del Estado de México, en la que se pedía nuestra opinión sobre la palabra mexiquense para designar a los oriundos de ese estado. Opinamos en aquella ocasión que el gentilicio estaba bien formado, que podía muy bien emplearse y que recomendábamos estar atentos al éxito o fracaso que tuviera el vocablo entre los hablantes, que son los que en verdad norman la lengua. Mexiquense apareció por primera vez en la vigésima segunda edición del DRAE (1992). Volvió a incluirse, merecidamente, en la siguiente entrega (2001). Es evidente que la voz tuvo aceptación entre los hablantes. Muchos mexicanos empleamos la palabra y la podemos encontrar asimismo en textos escritos: en el CREA (Corpus de referencia del español actual [últimos años del siglo XX y los que van del presente]) aparece más de 60 veces, sobre todo en registros periodísticos. ¿Convendrá seguir esperando la dudosa aceptación, de parte de los hispanohablantes, mexicanos sobre todo, de mexiqueño [‘oriundo de la ciudad de México’]? Creo que no.
        Ahora bien, el gentilicio defeño (‘natural de la ciudad de México o del Distrito Federal’ o ‘perteneciente o relativo a esta ciudad, capital de México’) apareció por primera vez en un diccionario académico en la más reciente entrega (2001). Su origen o etimología, para un hispanohablante no mexicano, podría no ser muy transparente. En el mismo DRAE se explica diciendo que procede “del deletreo de la sigla D. F., Distrito Federal”. En el español mexicano es muy frecuente sustituir la frase Distrito Federal, relativamente larga (seis sílabas), por el casi bisílabo Deefe (con la primera e más larga que la última) o por las simples dos sílabas del vocablo Defe. El sufijo gentilicio -eño se une a esta curiosa raíz: Defe + -eño = defeño. ¿Ha sido aceptado por los hispanohablantes mexicanos el gentilicio defeño? Parece que sí. No falta quien opina que tiene algún resabio peyorativo. Sin embargo, cuando he preguntado sobre esto a varias personas oriundas del Distrito Federal me han dicho que no sienten de ninguna manera ofensiva esa designación. Algunos me han informado que la consideran más propia de la lengua coloquial, del lenguaje hablado, que de la literatura o de la lengua escrita. Es curioso sin embargo que mexiquense, no juzgado coloquial, parece que sólo se emplea en el lenguaje periodístico (según el CREA), y que, de acuerdo con ese mismo corpus, defeño, aunque más frecuente en ese tipo de registros, se encuentra también en obras literarias, como, por ejemplo, en La forma del silencio, de María Luisa Puga:
        Pero, me recordaba, no tengo que hacer una novela igual, qué chiste. Quiero hacerla equivalente. O sea, la equivalencia entre un londinense y un defeño. Hyde Park y el parque de Chapultepec. ¿Por qué no? Un londinense y un defeño son humanos ambos, con piernas y brazos. Y en el caso de los parques también es lo mismo: pasto, árboles, bancas…
       
 Así como propongo suprimir del DRAE la voz mexiqueño, porque no hay prueba alguna de que comience a ser empleada por los hablantes (mexicanos o de cualquier otra parte); creo que defeño debe permanecer, ya que, aunque todavía no cuenta con una aceptación plena, su uso, en el español hablado y escrito en México, es evidente.

Comparte este artículo

La publicación de este sitio electrónico es posible gracias al apoyo de:

Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.

(+52)55 5208 2526
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

® 2024 Academia Mexicana de la Lengua