Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
EN ESPAÑA LA MAYOR PARTE de los teléfonos cuentan con el servicio de buzón, en el que se pueden dejar mensajes grabados. Me llamó la atención el enunciado que se oye cuando alguien desea enterarse de los mensajes que tiene en su teléfono. Cuando se descuelga la bocina, una voz dice: "el servicio contestador de Telefónica le informa de que tiene dos mensajes nuevos". En los diarios españoles, incluso en los titulares de primera plana, se repite esta construcción, tanto con el verbo informar, cuanto con advertir, avisar, etc.: "el partido equis advierte al Gobierno de que no firmará el pacto". Yo tendería a eliminar esa preposición de. Diría: "le informo que no tiene mensajes" y "el partido advierte que no firmará". Álex Grijelmo, jefe de redacción del diario El País, en su libro, de no tan lejana aparición, Defensa apasionada del idioma español (Madrid, Taurus, 1998), está convencido de que la indebida supresión de la preposición de en casos como "Fulano advirtió a Mengano que no firmaría el acuerdo", "supone ya una pequeña fractura en el esqueleto donde se apuntala el idioma entero" (p. 96).
        Trataré de explicar por qué ambas construcciones resultan, gramaticalmente, aceptables. El verbo informar (como también advertir, avisar y otros semejantes) es transitivo, es decir que suele construirse con complemento directo. El complemento directo puede ser una persona (informar a alguien de algo) o una cosa (informar algo a alguien). En ambos casos, en la conversión a pasiva, el objeto directo pasa a sujeto (pasivo): "alguien es informado de algo" y "algo es informado a alguien". Cuando el objeto directo es una persona, es obligatorio el empleo de la preposición de para señalar lo que los gramáticos llaman el 'tema' o el 'asunto': informar a alguien de algo. Ahora bien, cuando el objeto directo es una cosa, éste se expresa sin preposición (como todo complemento directo de cosa) y la persona pasa a desempeñar la función de objeto indirecto (que suele introducirse con la preposición informar algo a alguien. Los teléfonos y los diarios españoles prefieren construir estos verbos con objeto directo de persona. En México creo que preferimos hacerlo, en el caso del ejemplo, con objeto directo de cosa e indirecto de persona.
        Sin embargo es necesario señalar que, en las construcciones españolas, en las que el objeto directo es de persona, cuando ésta se expresa por un pronombre personal, se emplea el pronombre le en lugar de lo. A este fenómeno se lo conoce como leísmo. En "le informo de que no tiene mensajes", ese le, aunque parezca objeto indirecto, es en ese dialecto objeto directo, y de que no tiene mensajes es un complemento que expresa el tema o asunto. Si no se usara una expresión leísta, el enunciado sería "lo informo de que no tiene mensajes". Por tanto, el enunciado madrileño "le informo de que no tiene mensajes" no es una construcción dequeísta sino simplemente leísta. En México casi nunca usamos le por lo; no somos leístas. Es por ello que en el español mexicano en el enunciado "le informo que no tiene mensajes" ese le es objeto indirecto y el objeto directo es la proposición que no tiene mensajes.
        Una última observación: en México (como en cualquier otra parte), obviamente, usamos también el otro tipo de construcción, con objeto directo de persona y complemento de tema o asunto introducido por de: "me advirtió de lo que ocurría", "informaron a los demás de la necesidad de...", etcétera.

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