Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
EN UNA REVISTA CIENTÍFICA de filología hispánica vi que en la página de directorio se escribe director y secretario a pesar de que en ambos casos es una dama quien desempeña el cargo. Esto quiere decir que quien redacta esa lista de funciones deberá decir algo así como "el director es Fulana", "el secretario es Zutana". A mi juicio debería escribirse, si se trata de mujeres, directora y secretaria.
        Se ha señalado que el español americano parece tender más que el peninsular a diferenciar el género natural de los nombres, adjetivos y participios, sobre todo mediante la formación de femeninos analógicos, aunque no faltan tampoco masculinos de esa misma naturaleza. Hay quien ve en esto una necesaria reivindicación feminista. Quizá. De lo que no cabe duda es de que, por ejemplo, una larga lista de empleos, profesiones, cargos, funciones, que hace años o décadas pertenecían de manera casi exclusiva a varones, hoy pueden ser ocupados o desempeñados también por mujeres.
        Es por consiguiente explicable tanto el hecho de que en el español decimonónico se expresaran esos cargos sólo en masculino, cuanto que hoy se vayan formando, de manera natural, los femeninos que se van necesitando. Si a principios de siglo XX eran sólo hombres los ministros, gobernadores, licenciados, doctores, arquitectos... hoy también hay ministras, gobernadoras, licenciadas, doctoras, arquitectas... Si aún no es usual ingeniera tal vez se deba a que se trata de una profesión todavía predominantemente masculina.
        Se preguntará por qué no se dice médica. Es probable que se deba a que la voz más común y popular para aludir y dirigirse a los médicos es la de doctor (que no les conviene, pues mientras médico es una profesión, doctor es un grado universitario); de doctor se forma el femenino analógico doctora. Nótese que en los anteriores ejemplos se trata o bien de vocablos terminados en -o (licenciado) o bien con una consonante final (doctor). La formación femenina en -a resulta muy fácil: se permuta la -o por -a o se agrega -a.
        Tal vez no tan generalizadas ni tan abundantes como las anteriores, también hay formaciones femeninas procedentes de nombres terminados en -e. En el español mexicano de hoy es mucho más frecuente, más normal, decir la presidenta (voz incluida ya en el DRAE) que la presidente, como también la dependienta. Nótese que la sirvienta es aquí, con seguridad, formación muy antigua, pues, a diferencia de otros empleos, éste ha sido tradicionalmente desempeñado por mujeres.

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