Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
EL VOCABLO LATINO foedus, después de algunos cambios fonéticos como la pérdida de la -d- intervocálica, produce en español el adjetivo feo. Desde el latín, foedus significaba 'que desagrada a la vista, que carece de belleza, disforme'. En esa misma lengua tenía también, como significados figurados, los de 'cruel, infame, criminal'. Estos últimos no pasaron al español, lengua en la que feo viene a significar sólo lo contrario de bello o hermoso: "rostro feo", "color feo", "película fea".
        Ahora bien, según la mayoría de los diccionarios de la lengua española, el sentido del adjetivo feo tiene que ver solamente con la fealdad que podría llamarse visible o, como anoté arriba, con aquello que desagrada a la vista. Me interesa señalar que, por lo menos en el español mexicano (aunque es probable que lo mismo suceda en otros dialectos del español de América), feo puede tener, dependiendo de ciertos contextos, otras acepciones. En ocasiones se refiere ese adjetivo a lo que desagrada no sólo a la vista, sino también a otros de los sentidos. Por ejemplo, es plenamente normal para un mexicano decir algo como "esta sopa sabe muy feo" o "aquí huele feo". Quizá un madrileño emplearía, en enunciados como ésos, mal en lugar de feo ("esta sopa sabe muy mal", "aquí huele mal"). Un mexicano (y quizá cualquier hispanoamericano) emplea allí unas veces feo y otras mal. Obsérvese que, en tales contextos, feo sufre una doble transformación, en relación con la norma general señalada en los diccionarios. Por una parte, deja de funcionar como adjetivo y pasa a desempeñar la función de modificador del verbo, es decir, de adverbio, y por otra, cambia o, si se quiere, extiende su significado, aludiendo ya no sólo a lo que desagrada a la vista, sino también a lo que no es agradable a otros sentidos: en el caso de los ejemplos, el gusto y el olfato.
        La voz feo, en el español mexicano, excepcionalmente puede significar lo no agradable al gusto, al olfato, al tacto, no sólo cuando funciona como adverbio, sino también cuando, funcionando como adjetivo, el contexto permite deducir ese peculiar significado. Si digo "esa sopa está muy fea" puedo no referirme precisamente a su aspecto sino a su sabor; o bien, cuando decimos "la situación está muy fea", estamos empleando fea por mala. Por lo contrario, cuando digo "ese pescado está (o es) feo", es más fácil entender que aludo a su aspecto y no necesariamente a su olor. Sin embargo, en su función adverbial, el significado de feo se amplía sistemáticamente y adquiere el sentido genérico de mal ('contrariamente a lo que se apetece o requiere', explica el DRAE).
        La adverbialización de adjetivos, aunque propia de toda la lengua española, se manifiesta con más frecuencia en el español americano ("camina rápido" por "camina rápidamente"). En el caso de feo, además de este cambio, se da la modificación de significado: "huele feo" por "huele mal". Nótese que algo semejante sucede con el adjetivo bonito en el español de ciertos hablantes de la ciudad de México cuando dicen, por ejemplo, "que te vaya bonito". Evidentemente allí bonito no es adjetivo, pues no modifica a un sustantivo, sino adverbio que se refiere al verbo vaya, y, por otra parte, el significado de bonito ('lindo, agraciado') se modifica y adquiere el del adverbio bien: "que te vaya bonito ('bien')".

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