Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
LA ANTIGUA LITERATURA preceptiva o retórica, así como la moderna poética, cuando se refieren a las figuras del pensamiento o a las de construcción, consideran entre ellas el pleonasmo. Puede éste definirse como la redundancia del mismo significado en varios significantes (palabras o frases) total o parcialmente sinónimos. Puede el pleonasmo ser parafrásico, como señala Helena Beristáin (a quien sigo para estos conceptos en la entrada correspondiente a pleonasmo de su Diccionario de retórica y poética, Porrúa, México, 1985), en casos como lo vio con sus propios ojos. A veces tiene valor enfático, lo que sucede con frecuencia en el habla, más que en la lengua escrita, en construcciones como entra para adentro o superiorísimo.
        Me interesa ahora destacar otro tipo de pleonasmo cuya explicación está en la ignorancia del significado o, más precisamente, de la etimología de determinada palabra. Entre los ejemplos tradicionales está el de hemorragia de sangre, que manifiesta la ignorancia que se tiene del origen de hemorragia, que está en las voces griegas aima ('sangre') y regnumi ('brotar'): la hemorragia no puede ser sino de sangre.
        En la lengua escrita, particularmente en la poco cuidadosa o apresurada, la del periodismo, sea por caso, pueden verse otros curiosos casos de pleonasmos que tienen como causa la ignorancia del significado preciso de algunas voces, de su etimología. A cada rato puede leerse la frase erario público, por ejemplo. Pues bien, conviene saber que erario no significa otra cosa sino 'tesoro público' de una nación, provincia o pueblo. No hay erarios que no sean públicos. El vocablo procede del latín aerarium, que tenía precisamente ese significado ('tesoro público') y que está formado por el radical aer-, que quiere decir 'bronce, dinero'.
        Otro pleonasmo muy frecuente es el de añadir al término concejo algún adjetivo del tipo de municipal. Ello deja ver otra vez que se desconoce la etimología de concejo (que, dicho sea de paso, no debe confundirse con consejo, procedente de consilium, con s). Los diccionarios definen concejo, cuyo origen está en el latín concilium (con c), como 'ayuntamiento', es decir, como uno de los nombres que se dan al 'municipio'. Por tanto, el concejo no puede ser sino municipal.
        Erario público y concejo municipal son por ende pleonasmos que conviene evitar.

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