Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
ME PARECE QUE LAS REGLAS del empleo de las letras mayúsculas son uno de los más complicados y discutibles capítulos de la ortografía española. Creo asimismo que una de las principales razones de ello es la estrecha relación que existe entre el llamado por la gramática “nombre propio”, de muy difícil definición, y el uso de las mayúsculas. Se dice que los nombres propios se escriben con mayúscula, pero en la gramática misma ese concepto no resulta nada sencillo de delimitar. No falta quien opine, y no sin razón, que el problema de la definición de los nombres propios desborda la gramática y penetra en ámbitos no sólo de la semántica sino incluso de la lógica y de la filosofía. Por otra parte, creo que las reglas más recientes de la Ortografía académica (1999), mucho mejores sin duda que las anteriores, adolecen todavía de imprecisiones y no pocas de ellas se prestan a diversas interpretaciones. Ejemplo de lo primero podría ser alguna regla en la que aparece el siguiente texto: “Estas palabras [...] pueden escribirse con mayúscula cuando [...]”. No me parece conveniente que en un libro de reglas, que eso tiene que ser un tratado de ortografía, se empleen expresiones como “pueden escribirse”, pues en tales casos en los usuarios de esa ortografía persistirá la duda en relación con cuál forma de escribir determinada palabra “es la correcta”. Ejemplo del otro problema, el de que una norma se preste a diversas interpretaciones, podría ser la siguiente regla: “[Se escriben con mayúsculas los] conceptos religiosos, como el Paraíso, el Infierno, etc. [...]”. Habrá quien interprete como religioso el concepto ‘limbo’ y habrá quien no lo juzgue como tal. Uno lo escribirá con mayúscula (el Limbo) y el otro, con minúscula (el limbo).
                  En esta nota quiero referirme sólo a ciertas palabras o frases que en el español mexicano suelen escribirse, a veces con mayúscula, a veces con minúscula: país (o País), cuando su referente es ‘México’, por ejemplo. Es indudablemente más frecuente el empleo de país con minúscula. No faltan empero casos en que, sobre todo en la prensa, se escribe con mayúscula. Tengo la impresión de que el diario Reforma, por ejemplo, prefiere la mayúscula. Podrían proporcionarse cientos de ejemplos. Baste uno. En la edición del 25 de febrero de 2007 se anota: “Los directores del momento son mexicanos, pero las películas que hacen son producciones de Hollywood, no cine nacional, pues en el País no existen las condiciones para esta industria”. ¿Es correcto este empleo de la mayúscula? Quizá. Hay una regla que a la letra dice: “[Se escribirán con mayúscula] los nombres, cuando significan entidad o colectividad como organismo determinado. Ejemplos: la Universidad, el Estado, el Reino, la Marina, la Justicia, el Gobierno, la Administración, la Judicatura”. Me parece indudable que en el ejemplo con la palabra País se está aludiendo a una entidad, a una colectividad, a un organismo determinado. Si, por lo contrario, se escribe: “Todo país civilizado debe evitar la esclavitud”, país deberá ir en minúscula porque no se trata de una “entidad determinada”.
                ¿Por qué, entonces, la mayoría de los mexicanos, aludiendo a ‘México’, escriben país con minúscula? ¿Se está cometiendo una falta de ortografía? A primera vista, parece que no, pues en la norma lingüística, considerada como hábito, una mayoría no puede estar equivocada. También conviene tomar en cuenta que puede haber una buena dosis de subjetivismo en la definición de las entidades, las colectividades y los organismos determinados. Este subjetivismo resulta evidente si se comparan los siguientes números: en los textos mexicanos del CREA (Corpus de referencia del español actual) hay 205 apariciones de País (con mayúscula) y 11 886 de país (con minúscula); se documentan, por otra parte, 430 de Patria (con mayúscula) y 723 de patria (con minúscula). Es probable, entonces, que para un mayor número de mexicanos el concepto ‘patria’ remita a una ‘entidad determinada’ mejor que el concepto ‘país’, aunque en algún sentido sean sinónimos. La palabra E(e)stado en la frase E(e)stado de Jalisco aparece con mayúscula inicial casi el mismo número de veces que con minúscula. Por lo contrario, municipio de... (con minúscula) es mucho más frecuente que Municipio de... (con mayúscula). ¿Qué acaso un municipio es menos “entidad determinada” que un estado? Evidentemente no. Como último ejemplo, obsérvese el siguiente cuadro (con datos del español mexicano [ CREA ]):
        Presidencia de la República: 290 (95%)
        presidencia de la República: 14 (4%)
        presidencia de la república: 3 (1%)
        Presidencia Municipal: 14 (24%)
        presidencia municipal: 48 (76%)
        Presidencia municipal: Cero
        Resulta claro, según estos datos, que hay una relación directamente proporcional entre la importancia de la entidad y el empleo de mayúsculas. El sujeto sabe que tanto la Presidencia de la República cuanto la Presidencia Municipal son “entidades determinadas”; sin embargo, consciente o inconscientemente marca con mayúsculas la entidad que juzga más importante. ¿Qué conviene recomendar en casos como éste, en el que tanto influye el subjetivismo del hablante? Yo creo que debe cumplirse la regla, en sus términos. En otras palabras, el problema estará en precisar si el referente es o no una entidad, una colectividad, un organismo determinado. Si lo es, debe escribirse con mayúscula, independientemente de que nos parezca una entidad de gran relieve o una de poca monta. La regla no hace distinciones. Lo que sucederá, lo que está sucediendo, es que las mayúsculas proliferarán, pues irán con mayúscula los nombres de todos los organismos determinados, desde la Organización de las Naciones Unidas hasta la Junta de Vecinos del Barrio del Tepalcate.
         Sabemos que pronto las Academias de la Lengua se reunirán para revisar el texto de la Ortografía publicado en 1999. Es difícil que se modifiquen reglas como la que estoy comentando. La dificultad no está en el texto de la regla, que en este caso concreto me parece bien redactado. La dificultad está, como dije antes, en el concepto de nombre propio; la dificultad está en saber si tal o cual colectividad tiene o no el carácter de determinada. No son precisamente dificultades ortográficas sino limitaciones o falta de consenso en aspectos de lo que suele llamarse conocimiento del mundo. Los textos o pasajes de la Ortografía que convendría corregir son aquellos, no pocos ciertamente, que no constituyen reglas propiamente dichas, y deben evitarse por tanto redacciones que contengan expresiones tales como “puede escribirse”, “suele llevar acento”, etc. El deseo de los usuarios de la Ortografía no es precisamente conocer tendencias o estadísticas; es, simplemente, saber cómo se escriben las palabras.

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