Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
NO DEJA DE CAUSAR CIERTA GRACIA a los españoles que en México llamamos regadera al dispositivo por donde cae el agua con la que nos bañamos. Tampoco les queda muy claro cómo podemos bañarnos sin tina: "me bañé en la regadera". En la Península Ibérica (probablemente también en otros muchos sitios del dominio hispánico) la voz normal para ese artefacto es el galicismo ducha (procedente a su vez del latín ductio). De ahí el verbo duchar(se): 'dar(se) una ducha'. Para ello, además el hecho de bañarse supone un tipo de acción diversa de la de ducharse, pues para bañarse se requiere una pila, una tina donde pueda uno sumergirse. En México, por lo contrario, igual podemos bañarnos en el mar, en un río, en una tina o bajo la regadera.
        Es de suponerse que, efectivamente, el balneum latino (de donde procede baño) refería siempre a un tipo de baño que suponía inmersión del cuerpo, pues sin duda ese dispositivo que permite la salida del agua en chorros muy finos (regadera o ducha) debe ser invento relativamente moderno. Por ello, desde un punto de vista etimológico, o, si se quiere, histórico, no puede uno bañarse bajo la ducha o regadera. Se trata, me parece, de una muy sencilla extensión de significado: así como hoy por baño puede entenderse no sólo la tina sino todo el cuarto de baño, servicio o retrete incluido, también con bañarse puede aludirse el aseo del cuerpo por inmersión o por riego.
        Asimismo todos sabemos que regadera es simplemente una 'vasija o recipiente portátil a propósito para regar'. Sin embargo no deja de tener sentido el llamar regadera a la ducha, pues si se suprime el rasgo de 'portátil', la ducha es un particular tipo de regadera. Con esta voz, por otra parte, evitamos el galicismo ducha, en cuyo lugar aparece una voz plenamente hispánica.
        Independientemente de lo anterior, lo que me interesa destacar es la necesidad de que un diccionario de la lengua española, de toda la lengua española, no omita vocablos y acepciones que usamos muchos millones de hispanohablantes. Es necesario, pues, añadir, al menos como mexicanismos, entre las acepciones de regadera la de ducha, y en bañarse conviene también anotar el sentido de ducharse.

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