Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
UNO DE LOS SIGNIFICADOS del término barbarismo es el de 'vicio del lenguaje que consiste en emplear vocablos impropios'. Por impropio debe entenderse un vocablo 'falto de propiedad' y, finalmente, propiedad es el 'sentido peculiar y exacto de las voces'. En pocas y llanas palabras, incurre en un barbarismo el que emplea una palabra en lugar de otra o, como sabiamente rezaba la vieja gramática, 'quienes echan mano impropiamente de una dicción que signifique otra cosa muy distinta de lo que se quiere dar a entender'. Véase de paso que, así concebido el barbarismo, no debe confundirse su reprobación con la práctica de un purismo anacrónico. Lo que se pretende cuando se recomienda evitar un barbarismo es simplemente obtener la mayor precisión posible al hablar o escribir. El rehusarse a decir una cosa por otra tiene que ver no con el purismo sino con la claridad y la lógica. Si nos atenemos a los conceptos anteriores, no cabe duda de que, en el español mexicano al menos, pero probablemente en muchas otras partes del mundo hispanohablante, puede calificarse de barbarismo, sin duda vitando, el frecuente empleo de la voz detentar en contextos en que debe emplearse otro verbo.
        Detentar tiene su origen en el verbo latino detentare, que, a diferencia de su casi sinónimo detinere ('detener, retardar, retener'), propiamente clásico, pertenece si no al latín tardío, sí al menos al característico de la jerga jurídica. Detentare significaba, entre otras cosas (como 'detener', 'retener'), 'estar apoderado de', sentido este último del que carecía detinere. Ahora bien, ya en español, detentar tiene sólo las dos siguientes acepciones: 1) 'retener alguien lo que manifiestamente no le pertenece', y 2) 'retener y ejercer ilegítimamente algún poder o cargo público'. Podrían ser, por tanto, correctos los siguientes enunciados: a) "detenta un grado de doctor que nadie le ha otorgado" (significado 1); b) "perdió las elecciones y, sin embargo, detenta el cargo de presidente" (significado 2).
        En muchos casos, en el español contemporáneo se emplea el verbo detentar para expresar que alguien tiene o retiene algo que le pertenece o que alguien ejerce legítimamente un cargo público. Es entonces cuando se incurre en un barbarismo. Véanse los siguientes ejemplos: c) *"detenta el grado de doctor que obtuvo en la UNAM ; d) *"ganó las elecciones y, desde diciembre, detenta el cargo de presidente". Tal vez para este empleo vicioso de detentar se haya producido alguna contaminación de enunciados propios como los de los incisos a y b en expresiones impropias del tipo de los incisos c y d; o bien, pudo quizá darse un cruce semántico entre detentar y ostentar ('mostrar o hacer patente una cosa', 'hacer gala de grandeza, lucimiento y boato'), verbos con obvias semejanzas fonológicas y semánticas. Es probable, entonces, que lo que quiere decir el hablante que produce oraciones como la del inciso c es simplemente: e) "ostenta el grado de doctor que obtuvo en la UNAM ; y quien dice enunciados del tipo de d, lo que en efecto desea expresar es algo tan sencillo como: f) "ganó las elecciones y, desde diciembre, ocupa el cargo de presidente". Conviene evitar los barbarismos; es necesario no decir una cosa por otra.

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