Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
EN LA MÁS RECIENTE VERSIÓN de la Gramática académica (que se conoce como Esbozo de una nueva gramática de la lengua española) se explica con detalle la manera como deben conjugarse los verbos llamados vocálicos, que se caracterizan por tener una vocal (o semiconsonante) antes de su gramema (criar, por ejemplo). Son irregulares los que terminan en -aer, -eír y -uir; defectivos los que tienen la terminación -aír; son regulares los demás (-ear, -iar, -oar, -uar, -eer, -oer, -oír).
        Entre los regulares, sin embargo, hay algunos que presentan cierta dificultad en lo que toca a la acentuación de algunas de sus formas. En particular los terminados en -ear (o -iar) y -uar. Los primeros pueden clasificarse en dos grupos: los que se acentúan (-ío) y los que no llevan acento (-io). Son algo complicadas (y no muy convincentes) las reglas para formar estos grupos. Llevan acento, dice el Esbozo: a) criar, liar, piar y semejantes; b) los que derivan de nombres bisílabos en -ío, -ía (enfrío, expío); c) los que proceden de sustantivos cuya última sílaba tiene una i (esquiar, de esquí); d) el verbo arriar (arrío); e) verbos cuyo acento no tiene explicación, como los anteriores, por derivación (como rociar, ya que el sustantivo rocío procede de rociar y no al revés); f) otros verbos sin explicación clara: contrariar, variar, ampliar...
        La mayor parte de los verbos en -ear o -iar que no llevan acento son cultismos que se introdujeron en la lengua en diversas épocas, procedentes de verbos latinos terminados en -iare, como compendiar (compendio), por ejemplo; o bien se trata de derivados españoles procedentes de sustantivos o adjetivos que terminan en -ia, -ie, -io. Es el caso de sentenciar (sentencia), refugiar (refugio), entibiar (entibio), etc. Hay también algunos verbos sin acento, sin explicación satisfactoria: agobiar, desquiciar, lidiar, rumiar, entre varios otros.
        La mayor parte de las reglas anteriores se ajustan a la manera como empleamos estos verbos los mexicanos. Encuentro sólo tres casos que parecen desviarse. Son los verbos alinear, delinear y enraizar. Según el Esbozo, debería decirse: alineo y delineo, sin acento, forma recomendada en varios diccionarios y gramáticas; en México, creo, es más usual alíneo y delíneo (con acento en la í). Por otra parte, la gramática recomienda decir enraízo (acentuada); parece que los mexicanos prefieren enraizo, sin acento, aunque se trata de un verbo no muy usual.
        Entre los dudosos, los mexicanos empleamos la forma recomendada o "más corriente", como anota el Esbozo, en los casos siguientes: afilio (y no afilío); ansío (con acento, y no ansio); auxilio, nunca auxilío; concilio (jamás concilío); expatrío, casi nunca expatrio; glorío mejor que glorio. Por lo que toca a vaciar, anota la Academia que "está muy extendido vacio (sin acento), sobre todo en el habla popular; en la lengua literaria lo más general es vacío". Creo que en México, aun en el habla popular, lo común es la voz acentuada (vacío).
        Otros de los verbos dudosos son de muy poco empleo (al menos en México) en ciertas personas de la conjugación, y resulta difícil asegurar que se emplean con acento o sin él. Tal es el caso de agriar (¿agrio o agrío?), historiar (¿historio o historío?), espaciar (¿espacio o espacío?), paliar (¿palio o palío?), etcétera.
        En algunos dialectos del español, americanos particularmente, ciertos rasgos de la pronunciación pueden afectar la lengua en el nivel de la morfología. Un ejemplo muy claro es la muy acusada tendencia a la diptongación de los hiatos (teatro, que da tiatro), observable en muchas hablas americanas, que puede explicar ciertas anomalías en un verbo como ladear, el cual, según las reglas anteriores, pertenece al grupo -eo (ladeo, ladeas, etc.), formas que efectivamente se conservan en todas partes, incluido el español americano. Sin embargo, en otras personas de la conjugación, debido precisamente a la diptongación del hiato, la manera de acentuarlo, por parte de muchos hispanohablantes americanos lo hace ver como verbo en -iar perteneciente al grupo -io: ladiamos, ladiara, ladiar... (por ladeamos, ladeara, ladear).

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