Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
NORMALMENTE UN ERROR ORTOGRÁFICO no tiene correspondencia con un error fonológico, es decir que no es frecuente la confusión de fonemas por los hablantes de un determinado dialecto cuando se hace uso de la escritura alfabética que, aunque con evidentes limitaciones, pretende reflejar el sistema fonológico de la lengua. Así, lo que en el español mexicano (y en el americano en general) es simple falta de ortografía (escribir, por ejemplo, "voy a *casar una liebre") puede convertirse, en otro dialecto, en una confusión fonológica: la misma frase, pero escrita por un madrileño, sea por caso, dado que en Madrid la s es un fonema (alveolar) y la z es otro (interdental), lo que en México no sucede pues una y otra letras (o grafías) corresponden a un solo fonema (alveolar). Precisamente la explicación obvia de los errores ortográficos consiste en la equivocación de voces que se pronuncian igual y se escriben de manera diferente, a veces confundiendo vocablos que forman pares de oposiciones fonológico-semánticas (casa/caza, vaya/valla, etc.), a veces dando lugar a grafías inexistentes (*ocación, *jendarme, *avitasión...).
        Más raro es que se produzcan faltas de ortografía que involucren a todo un sintagma o conjunto de palabras. No faltan sin embargo algunos casos interesantes. Obsérvense los dos siguientes enunciados: 1) "Vamos *haber quién gana en el partido del domingo"; 2) "¡Qué sabroso es descansar después de *a ver trabajado!" Es claro que en el inciso 1 aparece haber por a ver y que en el 2 está escrito a ver donde debía anotarse haber. Asimismo se habrá notado que la falta ortográfica manifiesta en 1 es mucho más frecuente que la que se ejemplifica en 2. Se trata de confusiones para cuya explicación es necesario atender a las relaciones que guardan entre sí varias palabras (dos en este caso) y por tanto constituyen un tipo de errores para cuya corrección no basta la consulta de un diccionario común (donde hay ciertamente una entrada para haber pero no se consigna una entrada específica para a ver).
        Una posible explicación para estos errores ortográficos sintagmáticos podría ser que por lo menos uno de los vocablos involucrados en la confusión no tiene un valor semántico evidente para los hablantes, es decir que en tal caso no hay un significado claro adherido a la imagen gráfica de la palabra. Véase que, en el ejemplo, el infinitivo haber es un simple auxiliar de los tiempos compuestos de la conjugación y que por tanto carece de significado léxico preciso y, en tal caso, no es difícil que los hablantes confundan las grafías haber y a ver. Esto evidentemente se añade al hecho de que la fonética es exactamente la misma en ambos casos, pues, por una parte, tanto la b cuanto la v, desde hace varios siglos, se pronuncian como bilabiales (aunque no falta quien, afectadamente, trate de articular como labiodental la v, error a mi ver tan grave como el confundir la escritura); por otra, la presencia de la h muda en haber no impide que se oigan igual los fonemas de haber (cuatro), que los de a ver (los mismos cuatro, aunque dan lugar a dos palabras o signos lingüísticos diferentes).

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