La expresión poner los cuernos y sus variantes poner el cuerno, llevar el cuerno y sufrir el cuerno aluden a la infidelidad en una relación amorosa, especialmente dentro del matrimonio, aunque su uso históricamente se ha extendido a contextos generales de traición o deslealtad, de acuerdo con el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española (2025; en línea: https://dle.rae.es/), como en Juan le puso los cuernos a Mariana o Nos ha puesto los cuernos yéndose con la competencia. Por otro lado, existen frases equivalentes como poner los cachos en el español colombiano, donde cacho tiene el significado de ‘cuerno’, según diccionario académico.
El origen de esta frase parece incierto, aunque existen varias hipótesis ampliamente difundidas en la tradición popular y los medios de comunicación. Una de las más recurrentes que hemos identificado remite a la Edad Media, periodo en el que se atribuía al señor feudal el supuesto derecho de pernada; es decir, la potestad de mantener relaciones sexuales con la esposa de un vasallo en la noche de bodas. Se cuenta que, tras ejercer este derecho, se colgaba en la puerta de la casa del marido una cornamenta de ciervo, símbolo de que el hecho había tenido lugar y, por extensión, de que el marido había sido deshonrado.
Otra teoría, de corte menos académico, propone un origen nórdico o vikingo. Según esta versión, los jefes de aldeas escandinavas indicaban que estaban manteniendo relaciones sexuales con alguna mujer, casada o no, colocando un casco con cuernos en la entrada de su vivienda, como señal para evitar interrupciones. No obstante, estudios arqueológicos y análisis iconográficos han desmentido esta hipótesis al demostrar que los cascos vikingos no incluían cuernos; se trata de un añadido romántico introducido por artistas del siglo XIX para dramatizar la apariencia de estos guerreros.
Existe también una interpretación mitológica, que remite a la antigua Grecia. En este contexto, el mito de Pasífae, esposa del rey Minos de Creta, proporciona una explicación simbólica. Según la tradición, Pasífae fue infiel a su marido tras enamorarse de un toro blanco enviado por Poseidón, con el que consumó una unión antinatural que dio lugar al nacimiento del Minotauro, criatura con cuerpo humano y cabeza cornuda (Ovidio, “Escila y Mino”, en Metamorfosis. Biblioteca virtual Cervantes. Disponible en línea en: https://tinyurl.com/58j7cjj2). Desde entonces, los cuernos han quedado como representación alegórica de la infidelidad conyugal.
Aunque ninguna de estas teorías puede confirmarse o sostenerse con certeza absoluta, todas coinciden en asociar la imagen de los cuernos con el deshonor, la traición y la pérdida de control sobre el propio entorno íntimo. Este tipo de metáforas son comunes en muchas lenguas europeas, como el francés cocu, ‘cornudo’, el italiano mettere le corna, ‘poner los cuernos’, además del español, lo que sugiere la existencia de un patrimonio cultural compartido en las lenguas romances en torno a la simbología de los cuernos y su relación con la infidelidad.
Por último, cabe destacar que esta expresión se encuentra documentada en el Diccionario de autoridades (1726-1739. Real Academia Española. Disponible en línea: https://apps2.rae.es/DA.html), tanto con el sentido de traición en general, así como la infidelidad con la pareja:
1. Poner los cuernos o el cuerno. Se dice metaphoricamente por aquel que dexa el trato o amistad, que tenía con algúno, y se passa a tenerle con otro.
Londres no le pone el cuerno?
Las Navas no le dán chasco?
Cuenca no le da sus comos?
Y Baeza su recado?
(Quevedo. Las musas 6. Romance 88)
2. Poner los cuernos. Faltar, o hacer faltar a la fe del matrimónio.
Para que yá que no recabes nada, entienda que le has de poner los cuernos, si con ella se casare (Pedro Simón Abril, Traducción de las comedias de Terencio. fol. 52).
Dicenme, D. Gerónymo, que dices
Que me pones los cuernos con Ginesa;
Yo digo que me pones casa y mesa,
Y en la mesa capones y perdíces.
(Quevedo. Las musas 6. Soneto 44)