La palabra pavo y su correspondiente femenino, pava, son las formas propias del español general para referirse al ‘ave del orden de las galliformes, oriunda de América, más grande que la gallina, cuello largo y sin plumas, del que cuelgan, al igual que de la cabeza, unas carnosidades rojas’ (Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española, Madrid, Espasa Calpe, 2014). La voz pavo, -a se consigna desde principios del siglo XVIII en varias obras lexicográficas.
En México hay también otras voces que se utilizan para referirse a la hembra de esta especie: totola, chompipa, güila, pípila (Diccionario de mexicanismos, de la Academia Mexicana de la Lengua, México, Siglo XXI Editores, 2010). El Diccionario de náhuatl en el español de México, de Carlos Montemayor (México, UNAM-Gobierno del Distrito Federal, 2007), añade que pípila fue empleado principalmente por los españoles para referirse a la hembra del guajolote, a la que en náhuatl también se le denominaba totolin.
La palabra pavo, a proviene de la voz latina pavus y alude al grupo de las aves de la familia Phasianidae que incluye dos especies propias de América: el gallipavo (Meleagris gallopavo) y el pavo ocelado o pavo de monte (Meleagris ocellata). La primera especie es la que en México, Honduras, El Salvador y Nicaragua se conoce como guajolote. Si bien es válido también emplear la palabra guajolota referida a la ‘hembra del pavo’, en México esta voz también se usa con mucha frecuencia para aludir al ‘bolillo relleno de un tamal’ (Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española, Lima, Santillana, 2010).