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heridas profundas la barbarie fratricida de la Guerra Civil española. Pese
todos esos hechos terribles, Reyes no pierde la fe en el ser humano y en s
posibilidad de redención.
Hoy recordamos a Alfonso Reyes el universitario, el escritor, el direct
de la Academia Mexicana de la Lengua, el diplomático; pero, sobre tod
a quien nos enseñó que de la misma manera en que en su Brasil feraz l
aves de su casa aprendían a cantar en castellano, podemos nosotros luch
para acrecentar la memoria y legar nuestra historia y nuestra cultura a l
mexicanos del futuro.
Para despedir esta invocación de Alfonso Reyes debo recurrir una ve
más a María Zambrano y decir, con ella, que Alfonso Reyes entró en
corazón de nuestras letras y en la memoria agradecida de los mexicanos, si
esfuerzo y sin protección, y si su vida estuvo sometida a múltiples tension
y a crueles violencias, todo ello contribuyó a forjar no sólo a la pluma p
la que habría que comenzar el estudio de las letras mexicanas, sino tambié
una voz humana, cercana, próxima, enorme en su sencillez y precisa en s
concepto.
Carlos Fuentes ha dicho que Reyes le enseñó que la cultura tenía un
sonrisa: que la tradición intelectual del mundo entero era nuestra por der
cho propio y que la literatura mexicana era importante por ser literatura
no por ser mexicana; todos somos beneficiarios de esta enseñanza; espírit
como el del mexicano universal nos abren las puertas y las ventanas qu
con insistencia, solemos cerrar los mexicanos cuando tenemos miedo d
mostrarnos como somos al mundo; sutil, amable, casi afectuoso, piens
que cada letra de Reyes se escribió con la misma mano e intención de s
Sol de Monterrey:
Yo no conocí en mi infancia sombra, sino resolana.
Cada ventana era sol, cada cuarto era ventana.
Nuestro agradecimiento imperecedero a Alfonso Reyes, nuestros votos p
una memoria tan larga como nuestra cultura; pero, sobre todo, nuestr
deseos porque cada vez sean más los mexicanos que lo conozcan y lo lea