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HOMENAJE EN LOS 50 AÑOS DEL FALLECIMIENT
DE DON ALFONSO REYES*
EL RETORNO DE ALFONSO REYES
Fernando Serrano Migal
Volver sobre los pasos de quien se ha marchado es siempre complicad
las señas particulares de la personalidad hay que añadir, con cuidado y
peto, los pasos que dio en el mundo, la progenie de sus ideas y el imp
de sus obras; sin embargo, hablar de quienes se han ido es un deber mo
también un conjuro contra el tiempo que pasa y que todo lo destruye.
El sedimento de los tiempos, de los rostros y de los pasos, integra
identidad de las personas y las sociedades. Somos lo que recordamos, lo
mantenemos como un legado para las siguientes generaciones; Alfonso
yes decía que el hombre debe sentirse depositario de un tesoro, en nat
leza y en espíritu, que tiene el deber de conservar y aumentar en lo posi
Así se construyen naciones y culturas, se delimita el continuo histórico
a lo largo de los tiempos, nos autoriza a decir, pese a las transformacio
que seguimos siendo lo que alguna vez fuimos.
Es verdad que, a la muerte, todos estamos llamados a milenios de ol
y que sólo algunos cuantos están llamados a décadas o a siglos de mem
agradecida; son esos pocos los que testifican la historia, y si bien la c
truyen con el concurso de los anónimos y de los desconocidos, tam
la nombran, la engrandecen y la entregan a las siguientes generaciones
entre esos señalados hoy honramos a quien fue uno de los directores
insignes de nuestra Academia: don Alfonso Reyes.
Para invocar el nombre y la presencia del Mexicano Universal, pa
conveniente recurrir a las palabras de María Zambrano, su amiga dilect
ese panteón de mujeres que siempre estuvieron próximas a don Alfons
* Leído en la sesión solemne de homenaje el jueves 22 de octubre de 2009 en el Cent
Cultura Casa Lamm.