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LA PIRECUA DE BEETHOVEN Y LA DEL PARICUTÍN*
Tarsicio Herrera Zapién
I. “Beethoven tiene un tema melódico mexicano” –oíamos y leíamos entre
los colegas musicólogos en lejanos decenios. Pero si les preguntabas cuál
era, sólo les oías decir que estaba en la Séptima Sinfonía, mas no lo iden­
tificaban.
Hasta que un día, escuchando la orquestación del gran Uberto Zanolli
para una “Marcha y danza indígena” de la ópera
Guatimozin,
de Aniceto
Ortega, por mi propio oído deduje que ese era el tan comentado pero no
identificado “tema mexicano” de Beethoven. Y en la festiva visita de nuestra
Academia a Tzintzuntzan, en enero de 2008, Carlos Montemayor habló,
en nuestra sesión plenaria, de que el Scherzo de la Séptima de Beethoven
incluía una pirecua michoacana que el compositor había recibido de Hum­
boldt. Entonces le ofrecí cantársela. Y así lo hice, ante la alegre sorpresa de
todos.
Complementariamente, hoy la presento con mi propia letra.
Pirecua de Beethoven
Pueblan las islas el lago fecundo
donde macizos de flores se alojan.
Este es un reino del Nuevo Mundo
donde monarcas son las mariposas.
Verdes aguas, rojas rosas,
leves ganas luminosas.
*Leído en la sesión ordinaria del 14 de febrero de 2008.
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