Académicos

Carlos Pellicer

Poeta y museógrafo. Nació el 16 de enero de 1897 en San Juan Bautista (hoy Villahermosa), Tabasco. Murió el 16 de febrero de 1977 en la ciudad de México. Hizo los primeros estudios en San Juan Bautista, donde su padre se graduó en farmacia. Los continuó en la ciudad de México, a donde emigró con la familia en 1908, por la compra de una botica. Su paso por la Escuela Nacional Preparatoria (1915-1917) lo transformó. De la preparatoria salió a Colombia y Venezuela (1918-1920), como líder de la Federación de Estudiantes Mexicanos, para apoyar la formación de organismos similares, que luego se integrarán en una confederación. Fue un viaje decisivo para su vocación, empezando por las seis semanas que pasa en Nueva York, antes de embarcarse. El futuro museógrafo descubre el Metropolitan y otros museos, cuyos tesoros visita diariamente. El joven poeta es bien recibido por tres glorias del modernismo: Amado Nervo (que esperaba otro barco, a Montevideo, donde moriría el año siguiente), Salvador Díaz Mirón (desterrado en La Habana, donde hace escala el barco del joven poeta) y, sobre todo, José Juan Tablada, que lo toma bajo su protección en Nueva York, y luego en Bogotá y Caracas, donde coinciden, uno como segundo secretario y otro como agregado estudiantil de la embajada mexicana.

De vuelta a México es reclutado por José Vasconcelos (rector de la Universidad Nacional y poco después secretario de Educación [1921-1924]), que ya tenía en su equipo a varios de sus compañeros y obtuvo del presidente Obregón un presupuesto nunca visto para la educación, las bibliotecas y las publicaciones. Acompaña a Vasconcelos por América del sur (1921), donde confirma su fe bolivariana, amplía sus amistades literarias y comparte con los pilotos mexicanos que hacen acrobacias de homenaje. Escribe los “Poemas aéreos”, que incorporan a la poesía la experiencia del vuelo, como lo hará después Antoine de Saint-Exupéry en sus novelas. De 1941 a 1946 trabajó en la Dirección General de Educación Extraescolar y Estética de la Secretaría de Educación Pública, primero como jefe de literatura y desde 1942 como subdirector general. En 1951 volvió a su estado natal, llamado por el gobernador Francisco J. Santamaría, para reorganizar el Museo de Tabasco. Siguió yendo hasta su muerte, porque Santamaría lo nombró director de museos del estado y todos los gobernadores siguientes lo ratificaron. Su obra es, ante todo, homenaje: fresco, desgarrado, reconciliado, homenaje a la alegría. La frescura, el desgarramiento, la reconciliación, pueden señalar tres etapas en su poesía. 1. Los libros escritos antes de los 30 años: Colores en el mar (1921), Piedra de sacrificios (1924), 6, 7 poemas (1924), Hora y 20 (1927) y Camino (1929). 2. La segunda etapa, que ya se enuncia en Camino, está en los libros publicados a los 40 años: Hora de junio (1937), Exágonos (1941) y Recinto (1941). 3. El último Pellicer empieza a publicar a los 50 años: Subordinaciones (1949), Práctica de vuelo (1956) y Material poético (1962). Su Poesía completa fue compilada por Luis Mario Schneider y Carlos Pellicer López en tres volúmenes publicados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (con la UNAM y Ediciones El Equilibrista) en 1996.

En 1964 recibió el Premio Nacional de Literatura. Fue electo presidente de la Asociación de Escritores de México (1966), de la Comunidad Latinoamericana de Escritores (1967), de la Sociedad Bolivariana en México (1968) y del Comité Mexicano de Solidaridad con el Pueblo de Nicaragua (1974). Fue senador por Tabasco desde 1975 hasta su muerte. Sus restos fueron trasladados en 1977 a la Rotonda de los Hombres Ilustres. (Gabriel Zaid, Semblanzas de académicos).

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