Académicos

Antonio Gómez Robledo

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 7 de noviembre de 1908. Murió en la ciudad de México, el 3 de octubre de 1994. Se formó en el colegio de los jesuitas y luego hizo la carrera de derecho en la universidad de su ciudad natal. De ella pasó a estudiar filosofía en la ciudad de México, en cuya Universidad Nacional Autónoma se doctoró en 1946. También en esta capital se dedicó al derecho internacional, en la Secretaría de Relaciones Exteriores, así como al servicio diplomático. Fue embajador, entre otros lugares, en Río de Janeiro (1959-1961), en Roma (1967-1971) y en Atenas (1975-1977). Fue asimismo profesor de filosofía en la Escuela Nacional Preparatoria (1939- 1943). En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM impartió las cátedras de filosofía griega, filosofía de los valores y filosofía de la religión. Fue jefe del Departamento de Humanidades y profesor de filosofía en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (1947-1948). Dos veces fue director interino del Centro de Estudios Filosóficos de la UNAM (1946 y 1954), que después sería el Instituto de Investigaciones Filosóficas. En este último fue investigador desde 1984 hasta su muerte.
Ingresó en la Academia Mexicana de la Lengua el 14 de diciembre de 1955, en la silla XXVII, con su discurso sobre “Filosofía y lenguaje”, al que dio respuesta Agustín Yáñez, ambos en el tomo XV de las Memorias de la Academia; y al Colegio Nacional en 1960. Recibió el Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 1956.  Trabajó sobre varios temas filosóficos, principalmente relacionados con Sócrates, Platón y Aristóteles; de estos dos últimos hizo traducciones. También escribió sobre san Agustín, santo Tomás, Dante, Maquiavelo, Pascal, Bergson y Edith Stein. Abordó la filosofía del derecho y la ética, con gran profundidad. De entre sus libros monográficos cabe mencionar los siguientes: Política de Vitoria (UNAM, 1940); Cristianismo y filosofía en la experiencia agustiniana ( 1942), que fue su tesis para el grado de maestro de filosofía; Platón, los seis grandes temas de su filosofía: la virtud, las ideas, el alma, el amor, la educación y el Estado (1974). Su primer libro, que firmó como Demetrio Loza fue una apasionada biografía del “Sócrates tapatío” y mártir de la cristiada: Anacleto González Flores. El maestro (1937). Su labor como traductor de lenguas clásicas fue muy notable. Del griego tradujo: de Aristóteles, Ética nicomaquea (1954), y la Política (1971), y de Marco Aurelio, Pensamientos (1993). Del latín, el De dominio infidelium et iusto bello, de fray Alonso de la Veracruz, así como varias de sus dubiae, en A. Gómez Robledo, El magisterio filosófico y jurídico de Alonso de la Veracruz, 1984. Pronunció la Oración atenagórica latina en el cuarto centenario de la Universidad Nacional, el 21 de septiembre de 1951. Sus obras son de una seriedad proverbial. En las monografías se caracterizó por exponer a los autores que abordaba con toda objetividad y honestidad, en las agitadas aguas de la ética, la filosofía del derecho y la filosofía política. En las traducciones mostró una gran competencia idiomática, y las adornaba con un estilo brillante, muy cercano a los moldes clásicos del latín y del castellano. En todo se veía un fuerte compromiso académico y un profundo amor al saber. En la Academia Mexicana, Gómez Robledo dio respuesta a los discursos de ingreso de José Rojas Garcidueñas, Agustín Basave Fernández del Valle y Gonzalo Báez Camargo (Mauricio Beuchot, Semblanzas de académicos).


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